Ya han pasado 201 días. Eso son casi 7 meses desde que me fui.
Parece mentira, porque no he sido -ni soy- consciente de lo rápido que ha pasado el tiempo. Siento que simplemente he pestañeado y, de repente, el verano se acabó, los árboles están desnudos y el suelo está blanco.
La verdad es que todo es muy confuso... porque no echo nada de menos. Desde que me fui, no he llorado por echar de menos, a nada ni a nadie. Nunca me he sentido "homesick" (no me acuerdo de la palabra en español... creo que no la hay). Aunque se que mucha gente si ha llorado por mi. Cuando mis amigas de aquí me preguntan, bromeo diciendo que no tengo sentimientos. Que soy una planta y la fotosíntesis es mi medio de vida. No se, supongo que en algún momento de mi vida me volví dura y solitaria, y ni me enteré.
Pero yo se bien que, eso de que no tengo sentimientos, no es verdad. Aunque no echo nada de menos, se que no podría vivir en otro lugar que no fuera España. Hoy si que lo se. Dicen que uno siempre vuelve a los lugares donde fue feliz... Y yo allí he sido la persona más feliz del mundo. Hoy se esto también.
No sabéis cómo me gustaría estar en Madrid, en mi bello y amado Madrid. Hoy, sábado, me encantaría levantarme a las 8 de la mañana para poder ir a trabajar a la tienda. Salir de currar con un dolor de pies increíble, e irme caminando hasta mi casa, porque mi madre ha hecho cocido, que es mi comida favorita del mundo mundial. Y cuánto me gustaría irme con mi amiga Rocío a dar un interminable paseo desde Príncipe Pío hasta la Plaza Mayor, y gastarme allí todo el dinero que no tengo. Y, a lo mejor, ir luego a uno de los bares que hay allí, y esperar media hora para que me pongan un bocata de calamares. E ir a ver las luces de la calle Preciados, que mi amiga Irene dice que, este año, son un poco epilépticas. Pero yo se que la señora Carmena lo ha hecho con amor. E irme a casa de mi amiga Mercedes a unas de nuestras fiestas en las que hablamos de todo, desde lo superficial y lo banal hasta lo profundo del alma y lo infinito del universo...
Me encantaría volver a casa al día siguiente, quizás por la tarde, cargada de bolsas de regalos, porque la navidad es mi época favorita del año, y a mi me encantan los regalos. Y vería a mi madre, sentada en el sofá, girar la cabeza y decirme "¿Ya te estás gastando el dinero? A ver si ahorras un poquito, hija de mi vida, que luego no tienes dinero nunca" y yo le diría "¡Ay, mamá! ¡Déjame! Siempre igual, que pesada eres". Aunque quizás no. Quizás iría a darle un abrazo y a decirle "Mamá, ¿sabes qué? Tienes razón. Soy una derrochona de mucho cuidado".
Cuánto he aprendido este año... Cuánto he aprendido a valorar lo que hace mi madre cada día por mi. He aprendido que mi madre ha tenido razón muchísimas mas veces de las que mi orgullo me deja admitir. He aprendido cómo me gusta ver a mi hermana haciendo el imbécil, porque eso a ella se le da muy bien. Ella es la única que sabe como provocarme un ataque de risa. He subestimado el poder que tiene sobre mi llegar a casa y poder ser yo misma, estar cómoda, pasearme en bragas sin que nadie me diga nada... He aprendido lo hermoso que es el olvido, y el perdón. He aprendido que me gustaría volver el tiempo atrás, e impedir que cierta gente se fuera de mi vida, aunque no se merezcan estar en ella. Pero no se, yo les quiero ahí (supongo que escribo esto con una esperanza casi nula de que vuelvan, pero esperanza al fin y al cabo) . He aprendido que no tengo una varita mágica para cambiarlo todo de la noche a la mañana, pero si puedo ser el cambio que quiero ver en el mundo... He aprendido tantas cosas que, de todo lo que creía saber con certeza, no queda nada. Ahora todo tiene una nueva forma, una nueva dimensión. Si quieres, puedes llamarlo madurar, aunque yo no lo siento así.
Pero, aunque haya escrito todo esto, os juro que no echo de menos nada. Simplemente hoy estoy un poco más sensible de lo normal. Supongo que es porque es un día gris, y sopla el viento, y es navidad... Y no tengo a nadie de los que me importan conmigo, aquí.
Bueno, ahora que lo pienso, me doy cuenta de que he mentido. He mentido al decir que no echo de menos nada, porque si que echo de menos algo. Mejor dicho a alguien. Echo de menos a mi pequeña y amorosa bola peluda con forma de perro, de nombre Kiara. Cómo echo de menos a mi pequeña, pachorrona y dulce Kiara.
Cuando empecé a escribir esto, me sentía inspirada, pero ahora ya no siento nada de eso. Supongo que hace casi siete meses que no tengo ni una pizca de inspiración... Eso es una mala noticia.
La buena noticia es que me quedan, exactamente, 5 meses y 14 días para volver a encontrarla.
Os quiero.
Sed felices,
17/12/16
Casi 7 meses
Etiquetas:
In USA,
reflexiones
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Alexandria, Virginia, EE. UU.
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Sara increíble!!!! Que bien escribes, tu experiencia y lo que dices me ha hecho pensar ahora y que razón tienes, espero que estos 5 meses estés genial y lo disfrutes al máximo!!
ResponderEliminarBonita! Te desahogaste bien, eh? Pero me gusta! Y es bonito que de vez en cuando saquemos lo que tengamos dentro. Un beso amiga!
ResponderEliminarEspero que te guste el lugar donde estás por lo menos! :)
ResponderEliminarQue lindo, feliz navidad!